Con esta obra, el autor nos muestra que la mente puede ser la causante de muchos sufrimientos. Pero también tenemos la capacidad de cambiarlos y revertir los procesos mentales negativos. Tenemos la capacidad de darnos cuenta de nuestros errores y desaprender patrones equivocados.
Walter Riso es uno de los principales divulgadores del mundo en psicología clínica y la terapia cognitiva. Sus libros siempre están escritos de una forma sencilla y didáctica, ya que van dirigidos al público general; aunque son una buena base de conocimiento para el profesional.
Todo un clásico, «Tus zonas erróneas, guía para combatir las causas de la infelicidad» es uno de los libros más leídos y famosos en materia de autoayuda.
Esta obra se inmersa en los procesos cognitivos limitantes y perjudiciales de nuestro pensamiento, abordando temáticas tan importantes como:
Los miedos
Las culpas
Las conductas autodestructivas
etc..
¿Cómo identificar estos pensamientos negativos
¿Qué hacer ante ellos?
¿Cómo abordarlos?…
Tus zonas erróneas es una obra base y seria, que puede ayudar a conocernos un poco mejor y mejorar nuestra vida.
“Sentirse bien” como idea básica de salud mental. La lógica de tener que sentirse bien para poder vivir se ha visto potenciada extraordinariamente en los últimos 30 años. Resulta habitual oír “salgo a correr porqué hoy estoy estresado” o “le respondí mal porqué me sentí atacado”. Incluso existen anuncios publicitarios que parecen imponer: “tómate esta pastilla y ¡te sentirás bien!”. Acabáramos.
El ejemplo más claro que siempre tengo en la mente es cuando años atrás un psicólogo le dijo a una paciente “vamos a enseñarte a ver la vida de color rosa”.
La cultura occidental considera el malestar como un problema a solucionar. La lucha de las personas por eliminar la ansiedad, la rabia, los recuerdos y/o los pensamientos paradójicamente no sólo no elimina el malestar, sino que produce un efecto contraproducente: el malestar aumenta. ¿Y si estamos intentando hacer algo que no se puede hacer? ¿Qué nos dice nuestra experiencia?
De las más recientes investigaciones científicas surgen las terapias contextuales como la psicología de tercera generación (Hayes, 2003) centradas en el aprendizaje de nuevas habilidades dirigidas a cambiar lo que se puede cambiar y a orientar la vida hacía los valores personales. La más completa de todas ellas y la que mayor evidencia empírica acumula es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Estas terapias se basan en el cambio conductual con valor.
El valor es aquello que olvidamos en nuestra vorágine de vida cotidiana. ¿Cuántas conductas realizamos en nuestro día a día teniendo siempre presente que podemos morir mañana? Una persona descansa en paz cada noche cuando la mayoría de sus conductas diarias van en la dirección de lo que realmente le importa. Sea lo que sea lo que le importe.
Puesto que la psicología es la ciencia que analiza los comportamientos y la mente humana, lo que se demuestra con los resultados obtenidos de múltiples investigaciones es, de manera muy simplificada, que la vida no es de color de rosa, y que no se puede cambiar la forma de ver las cosas, se acepta que una vida plena implica sufrimiento y placer. Es lícito sentir dolor ante la muerte de un ser querido. Lo que pretendemos hacer con ese dolor (eliminarlo, apartarlo, suprimirlo, controlarlo, modificarlo, etc) es lo que produce el aumento del dolor y lo cronifica.
Resulta habitual oír consejos tipo: “no pienses en eso, intenta distraerte” todos los días a lo largo de toda nuestra vida y de muy diversas formas. Y la pregunta es, ¿funciona? Por el contrario, ¿qué pasa si miramos de frente al dolor? Las heridas cicatrizan dándoles permiso para sangrar.
La constante lucha por la inmediata eliminación del malestar como requisito para vivir (idea actual de salud mental) no sólo aumenta el malestar sino que aleja a la persona de aquello que realmente es importante: su vida. ¿Y si dirigir las conductas en función a los valores personales pasa por sentir ansiedad, malestar, rabia, tristeza, dolor…?. ¿Y si dejar de luchar contra el malestar permite a la persona conseguir una vida plena en cuanto a que su comportamiento (acciones día a día) está orientado a lo que realmente le importa? ¿Y si así el malestar disminuye? Esa persona descansará en paz. Y las heridas cicatrizarán.
El alivio inmediato cuando se actúa dando la espalda al malestar, es lo que mantiene la regla: ante determinada situación, siento esto, hago esto y obtengo consecuencias (a corto y también a largo plazo). Esto es, por ejemplo, una persona que pierde a un ser amado, siente dolor y todos sus esfuerzos van dirigidos a eliminarlo: se pasa el día durmiendo, quizás empieza a consumir sustancias tóxicas, evita por todos los medios hablar del tema (dolor), etc. La consecuencia inmediata es la reducción del dolor (¡bien!, parece que le dice su mente, durmiendo no siente, tomando la pastillita no siente) pero la consecuencia a largo plazo es que la lucha por evitar lo inevitable ha generado un malestar aún mayor (¡mal!, parece que le dice su mente a la larga, durmiendo no vive, tomando la pastillita no vive).
Este es el caso de personas con obsesiones que se empeñan en eliminar sus pensamientos, personas con problemas de ansiedad que intentan a toda costa controlarla a costa de encerrarse en casa, alguien que vivió experiencias traumáticas que intenta olvidar y no experimentar los recuerdos de lo vivido, o de individuos con problemas de erección que se enzarzan en una lucha por conseguir dicha erección o evitar perderla, etc.
Los analistas de la conducta ayudamos a las personas a funcionar; en este caso la lucha es en dirección a sus valores y casi de forma automática el malestar disminuye. La última de mis pacientes me dijo “hice lo que quería hacer y… ¡me sentí bien!”. Desde ACT generamos un repertorio conductual funcional diferente (dirigido a valores) y así cambian los esquemas mentales (la vida se ve más rosa).
A nivel aplicado, esta terapia obtiene aval empírico en cuanto a la eficacia en la solución de diferentes problemas como los trastornos de ansiedad, depresión, fobias, adicciones, estrés, obsesiones, control de impulsos, dolor crónico, afrontamiento de problemas crónicos de salud, problemas de pareja, disfunciones sexuales, entre otros.
Esta semana hablaremos de cómo está la psicología de hoy. En un mundo inmerso en el siglo XXI, el equilibrio de la psique y las emociones es cada día más importante. El Estrés, el ritmo vertiginoso de nuestras vidas, los miedos, nuestras debilidades, etc… están en todo momento presentes, pero no por ello nos tienen que limitar en nuestro día a día.
Para ello, nos asesorará nuestro experto y miembro del equipo de Eivissalut, Vicent Ribas Marí. Es licenciado en psicología, máster en psicología clínica y de la salud, y máster en neurociencias. Actualmente, está preparando su tesis doctoral sobre adicciones. Amablemente, se ha ofrecido a explicarnos los fundamentos de la psicología moderna, una ciencia que aún en la actualidad es una gran desconocida.
¿Cómo es la psicología de hoy en día?
La psicología es “la ciencia que estudia el comportamiento humano”, según la definición clásica; pero a su vez “es una herramienta muy útil que hay que aprender a utilizar, y hacer servir”, según nuestro experto. La psicología ha evolucionado mucho en las últimas décadas. Se han producido muchos cambios a la hora de interpretar y trabajar sobre la psicología y las emociones de las personas. Hoy en día, la tendencia más presente es la de la rama cognitivo-conductual. Esta no se centra en el origen de la alteración si no en los problemas que se manifiestan en la persona en el momento presente, y busca los mecanismos que la nutren y la mantienen. Pretende dar una solución a dichos mecanismos.
La psicología congnitiva – conductual
La psicología cognitivo-conductual ofrece resultados más rápidos y es más práctica. El paciente forma más parte de su propio proceso de curación. Tiene que aprender a utilizar técnicas de control, y herramientas que enseña el psicólogo para que sea capaz de enfrentarse a las situaciones que le causan el problema; ya sea miedo, ansiedad, una adicción, etc… y no huir, que es la actitud más común, y que solamente lleva a un empeoramiento de la situación y de cómo vive la persona dicha situación a nivel psicológico y emocional.
La psicología cognitiva – conductual es el extremo opuesto del psicoanálisis, que actualmente está muy en desuso. El psicoanálisis buscaba el origen del problema y no tenía muchas posibilidades de trabajar en las manifestaciones del momento presente. Además, se necesitaban años para observar resultados con este método psicoanalític
Actualmente, aún existe una gran confusión a la hora de diferenciar el trabajo realizado psiquiatra y el del psicólogo, o la ciencia psiquiátrica de la ciencia psicológica. Se podría resumir, en que la psiquiatría intenta abarcar el problema a través de un tratamiento farmacológico; mientras que la psicología intenta que el individuo aprenda a solucionar los problemas por sí mismo, o lo que es lo mismo, dar las herramientas necesarias para que sepa enfrentarse a los problemas que le distorsiona o le atormenta.
¿La psicología en la sociedad actual?
Cada día son más las personas que acuden a la consulta del psicólogo, desde niños a personas de la tercera edad, desde deportistas hasta políticos, y las problemáticas son muy dispares: miedos, inseguridades, ansiedad, dificultades de aprendizaje, problemas de pareja, dificultades en la comunicación, alteraciones del sueño, adicciones, trastornos alimentarios, conductas, conductas agresivas, depresión, etc… Es muy frecuente que psicólogo y psiquiatra trabajen en colaboración.
Prevención de nuestra salud psicoemocional
Para el Sr. Vicent R. la “psicoeducación” es de gran importancia. Comprender como funcionamos a nivel mental, emocional y conductual ayuda a que las personas se motiven para encontrar la solución a sus dificultades. Tener las herramientas para enfrentarnos a dichos problemas facilita enormemente su resolución.
La psicología es una ciencia que nos puede ayudar mucho a ser más felices en la vida, a desatascarnos ante ciertos eventos de la vida y a permitirnos observar nuestra propia situación desde otra perspectiva. Como decía el filósofo” en ocasiones, un árbol no te deja ver el bosque”, y los seres humanos tenemos que ser suficientemente sinceros con nosotros mismos y valientes, para saber cuándo es el momento de pedir ayuda o consejo.
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